Presidente electo del
79° período de sesiones
de la Asamblea General

El tema para el septuagésimo noveno período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que dará comienzo el martes 10 de septiembre de 2024, es "Unidad en la diversidad, a fin de promover la paz, el desarrollo sostenible y la dignidad humana para todos, en todas partes".

Philemon Yang en una rueda de prensa.
Su Excelencia Philemon Yang atiende a los periodistas tras ser elegido Presidente del 79º período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Foto ONU

Elección del Presidente del septuagésimo noveno período de sesiones de la Asamblea General

Su Excelencia Philemon Yang, ex Primer Ministro de Camerún, fue elegido presidente del septuagésimo noveno período de sesiones de la Asamblea General. La elección tuvo lugar en la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York, el 6 de junio de 2024.

En su resolución “Revitalización de la labor de la Asamblea General” (A/RES/71/323), la Asamblea decidió pedir a las personas candidatas a la presidencia de la Asamblea General que presentaran sus visiones estratégicas y celebraran diálogos interactivos oficiosos con los Estados Miembros, para contribuir así a la transparencia e inclusividad del proceso.

Durante un diálogo interactivo oficioso, celebrado el 8 de mayo de 2024, el candidato al cargo de Presidente del 79º período de sesiones de la Asamblea General presentó su declaración de visión y respondió a las preguntas de los Estados miembros, los representantes de la sociedad civil y diversas partes interesadas.

  • Comunicado de prensa (en inglés): La Asamblea General elige a Philemon Yang, de Camerún, Presidente del septuagésimo noveno período de sesiones [GA/12605].
  • Noticias ONU (en inglés): Philemon Yang, de Camerún, elegido Presidente del próximo período de sesiones de la Asamblea General
  • Vídeos:

    Diálogo interactivo oficioso (8 de mayo de 2024; 2 horas y 24 minutos)

    Elección de Philemon Yang (6 de junio de 2024; 16 minutos)

    Encuentro informal con la prensa (6 de junio de 2024; 2 minutos)

Excelentísimo Señor Philemon Yang
Presidente del septuagésimo noveno período de sesiones de la Asamblea General

Retrato de Philemon Yang
Foto ONU/Mark Garten

El Embajador Philemon Yang es un avezado diplomático de vasta experiencia.

En el ámbito nacional, fue Primer Ministro y Jefe de Gobierno de 2009 a 2019. Como tal, representó al Jefe de Estado en importantes reuniones regionales e internacionales de alto nivel.

Ha ocupado otros cargos importantes en el Gobierno, como Viceministro de Administración Territorial (1975-1979), Ministro de Minas y Energía (1979-1984) y Ministro Subsecretario General de la Presidencia de la República (2004-2009). Desde 2020 ocupa el cargo de Gran Canciller de las órdenes Nacionales en la Presidencia de la República.

En el ámbito internacional, el Sr. Yang fue Alto Comisionado del Camerún en el Canadá (1984-2004), donde, durante 14 años, se desempeñó como Decano del Cuerpo Diplomático. Ha encabezado delegaciones camerunesas en cumbres económicas de alto nivel celebradas en Washington D. C., Londres, Nueva Delhi y otras capitales varias.

En el ámbito africano, participó en varios períodos de sesiones de la Asamblea de Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Africana, incluida la cumbre sobre la reforma institucional de la Unión Africana.

Desde febrero de 2020 ocupa el cargo de Presidente del Panel de Eminentes Africanos de la Unión Africana, que se encarga, entre otras cosas, de evaluar las candidaturas a puestos importantes de la Unión Africana, como los de Comisionado de la Unión Africana.

En cuanto a las actividades de las Naciones Unidas, el Sr. Yang fue Presidente del Comité Intergubernamental para el Protocolo de Cartagena sobre Seguridad de la Biotecnología.

También está fervientemente comprometido con las cuestiones humanitarias, el respeto de los derechos humanos y la dignidad, el estado de derecho, el respeto de la naturaleza y el medio ambiente, la lucha contra el cambio climático y la reforma y renovación de las Naciones Unidas.

Su visión y compromiso se basan en los ideales, los objetivos y los principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas relativos a la paz, la seguridad, el desarrollo económico y social y el respeto de los derechos humanos, incluido el adelanto de las mujeres, los niños y las personas con discapacidad.

Nacido el 14 de junio de 1947 en Jikejem-Oku, región de Noroeste del Camerún, el Sr. Yang es un político camerunés y juez de formación. Se graduó de la Universidad de Yaundé (Camerún) con una licenciatura en Derecho. También se graduó de la Escuela Nacional de Administración y Magistratura. Posteriormente, obtuvo un título de máster en Derecho Internacional de la Universidad de Ottawa (Canadá) y otro en Administración de Empresas de la Century University (Estados Unidos de América).

Está casado con Linda Yang y es padre de tres hijos.

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Philemon Yang
Presidente del 79º período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas

Retrato de Philemon Yang
Foto ONU/Evan Schneider

Ambassador Philemon Yang is a seasoned diplomat with a track record of experience.

At the national level, he served as Prime Minister and Head of Government from 2009 to 2019. In this capacity, he represented the Head of State at important high-level regional and international meetings.

He has held other important government positions, including Vice-Minister of Territorial Administration (1975–1979), Minister of Mines and Energy (1979–1984) and Minister, Deputy Secretary General at the Presidency of the Republic (2004–2009). Since 2020, he has been serving as the Grand Chancellor of National Orders at the Presidency of the Republic.

Internationally, Mr. Yang served as Cameroon’s High Commissioner to Canada (1984–2004), where, for 14 years, he was Dean of the Diplomatic Corps. He has led Cameroonian delegations to high-level economic summits in Washington, D.C., London, New Delhi and several other capitals.

At the African level, he took part in various sessions of the African Union Assembly of Heads of State and Government , including the summit on the institutional reform of the African Union.

He has held the position of Chairperson of the Panel of Eminent Africans of the African Union since February 2020. This Panel is, among other things, responsible for examining candidacies for important positions within the African Union, such as those for African Union Commissioner.

As far as the activities of the United Nations are concerned, Mr. Yang was Chair of the Intergovernmental Committee for the Cartagena Protocol on Biosafety.

He is also fervently committed to humanitarian issues, respect for human rights and dignity, the rule of law, respect for nature and the environment, the fight against climate change and the reform and renewal of the United Nations.

His vision and commitment are based on the ideals, objectives and principles enshrined in the Charter of the United Nations concerning peace, security, economic and social development and respect for human rights, including the advancement of women, children and people with disabilities.

Born on 14 June 1947 in Jikejem-Oku, in the North-West Region of Cameroon, Mr. Yang is a Cameroonian politician and a magistrate by training. He graduated with a degree in law from the University of Yaoundé, Cameroon. He also graduated from the National School of Administration and Magistracy. Mr. Yang went on to obtain a master’s degree in international law from the University of Ottawa, Canada, and a Master of Business Administration from Century University in the United States of America.

He is married to Linda Yang and is the father of three children.

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Philemon Yang en la sala
Foto ONU

Declaración de visión

Si resulto elegido, ejerceré la función de Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas durante un año, de septiembre de 2024 a septiembre de 2025.

¿Cuáles son mi visión, mi agenda, mi deber y mi estilo? Esas son las primeras preguntas que los Estados Miembros y el público en general esperan que aclare, en consonancia con lo dispuesto por la Asamblea.

Mi visión

El tema de mi mandato será “La unidad en la diversidad, a fin de promover la paz, el desarrollo sostenible y la dignidad humana para todos, en todas partes”, que, a mi juicio, abarca los tres pilares de acción de las Naciones Unidas.

En efecto, mi lectura del contexto internacional actual y de su probable evolución es que, en este siglo XXI digitalizado y caracterizado por el extraordinario avance de la ciencia y la tecnología, en particular las tecnologías de la información y las comunicaciones, los retos son cada vez más complejos y globalizados.

Esos retos se derivan de la actividad humana o los desastres naturales, y entre los ejemplos cabe citar los conflictos activos o de baja intensidad en distintas partes del mundo, las tensiones geopolíticas, el terrorismo internacional en todas sus formas y manifestaciones, las turbulencias e incertidumbres económicas, las desigualdades, las epidemias, las pandemias, los refugiados y desplazados, los flujos migratorios, el cambio climático —que amenaza la supervivencia y la existencia misma de algunos Estados—, la deforestación, la desertificación, el hambre, la brecha digital y una carrera armamentística desenfrenada, incluso en el espacio ultraterrestre.

Creo que tenemos las herramientas para afrontar todos esos problemas, como afirmaron los Jefes de Estado y de Gobierno en la declaración sobre la conmemoración del 75º aniversario de las Naciones Unidas. Lo que nos falta es la voluntad política de actuar, de utilizar esas herramientas para el bienestar de todos. Hoy sigue habiendo cierta desconfianza, junto con un doble rasero y una actitud aislacionista de parte de algunos Estados. Es cada vez más frecuente que se adopten posiciones y se hagan cosas no en función de la Carta de las Naciones Unidas, sino selectivamente y atendiendo a intereses partidistas.

Sin embargo, ningún país, por poderoso que sea, puede afrontar por sí solo los retos que plantean hoy la globalización y la interdependencia. Observo con interés la existencia, la afirmación y hasta la creación de varios grupos y centros de poder en el mundo. No obstante, creo que esa dinámica no está a la altura ni del potencial ni de las posibilidades reales de acción de las Naciones Unidas.

Así, la Asamblea General, el órgano deliberante de mayor jerarquía y representación a escala planetaria, se está convirtiendo en el único lugar donde se reúnen los Estados, sobre la base de la igualdad soberana y con toda su diversidad de opiniones, para buscar juntos soluciones a esos problemas. Es el foro por excelencia donde se expresa libremente esta diversidad de ideas, opiniones, intereses, planteamientos, soluciones y medios de implementación.

Es el lugar donde, gracias al debate general, se escucha a los pueblos y las naciones, con todas sus especificidades, a través de sus representantes, en relación con todas las cuestiones que preocupan a la humanidad, ya sea la paz, la seguridad, el desarme, las cuestiones económicas, financieras, sociales y humanitarias, las cuestiones administrativas y presupuestarias, los derechos humanos, el estado de derecho, el desarrollo y la difusión del derecho internacional, la descolonización, el espacio, los mares y los océanos, las operaciones de mantenimiento y consolidación de la paz o las reformas que tienen un impacto decisivo en el futuro de la humanidad. La Asamblea General es reflejo de la riqueza de los pueblos y las naciones del mundo.

También es un importante foro de diálogo y consulta, donde las naciones grandes y pequeñas armonizan sus puntos de vista sobre todas estas cuestiones para alcanzar objetivos comunes; de ahí el llamamiento a la unidad, la concordia y la solidaridad, al consenso de hecho, en las deliberaciones y los intercambios que se mantengan en sus distintos órganos, trascendiendo las diferencias y las opiniones divergentes y volubles.

En suma, esta es la visión que tengo de esta augusta cámara, como la concibieron los fundadores: un foro para expresar libremente las opiniones, un gran tamtam que hace resonar la voz de las naciones y los pueblos en toda su diversidad y un gran baobab bajo el cual, tras multitud de intercambios, se armonizan los pareceres para alcanzar objetivos comunes. Ese es el prisma a través del cual quisiera que se vea mi actuación durante mi mandato.

Mi agenda y mi deber

A tal efecto, y a modo de orientación, cabe destacar que los propios Estados Miembros han definido ocho grandes ámbitos o prioridades de los que debe ocuparse la Asamblea General: la promoción del crecimiento económico sostenido y el desarrollo sostenible de conformidad con las resoluciones pertinentes de la Asamblea y las conferencias de las Naciones Unidas; el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales; el desarrollo en África; la promoción de los derechos humanos; la coordinación efectiva de la asistencia humanitaria; la promoción de la justicia y el derecho internacional; el desarme; y la fiscalización de drogas, la prevención del delito y la lucha contra el terrorismo internacional en todas sus formas y manifestaciones.

Los Estados Miembros han aprobado también planes para promover la acción en esos ámbitos, el último de los cuales es la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que incluye medidas para evaluar su implementación. Los Jefes de Estado y de Gobierno señalaron en la declaración sobre la conmemoración del 75º aniversario de la Organización que la Agenda 2030 es su “hoja de ruta e implementarla es imprescindible para nuestra supervivencia”. Cabe destacar que las consignas de la Agenda 2030, que se aplica a todos y en todo el mundo, son proteger el planeta, garantizar la supervivencia humana, erradicar la pobreza, alcanzar la prosperidad compartida y no dejar a nadie atrás.

También definieron programas y marcos específicos para los países en situaciones especiales, como los países menos adelantados (el Programa de Acción de Doha en favor de los Países Menos Adelantados, el refuerzo de los recursos y las funciones de la Oficina del Alto Representante para los Países Menos Adelantados, los Países en Desarrollo Sin Litoral y los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo y el restablecimiento de la Junta de Asesores para esos países), los países en desarrollo sin litoral (el nuevo programa de Kigali, previsto en junio de 2024); los pequeños Estados insulares en desarrollo, algunos de los cuales están luchando por sobrevivir (las Modalidades de Acción Acelerada para los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (Trayectoria de Samoa), revisada en mayo de 2024 en la Cuarta Conferencia Internacional sobre los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo, celebrada en Antigua y Barbuda) y los países de ingreso mediano (coordinación y refuerzo del seguimiento de las medidas contempladas por la Asamblea General a nivel de todo el sistema de las Naciones Unidas para el desarrollo). Todos esos programas tienen por objeto lograr el desarrollo sostenible, cuyo indicador principal es la erradicación de la pobreza.

En lo que respecta específicamente a África, una de las ocho prioridades de las Naciones Unidas, la Asamblea General apoyó la Agenda 2063: el África que Queremos, elaborada por la propia África, que incluye programas y proyectos prioritarios, como potente herramienta para el desarrollo del continente en el contexto de la Zona de Libre Comercio Continental Africana. En este sentido, existe una alianza estratégica entre el continente y las Naciones Unidas, al igual que un puesto de Asesor Especial del Secretario General sobre África, para seguir de cerca si se cumplen los compromisos asumidos por los asociados de África.

Para preservar la paz, promover el desarrollo sostenible y proteger el planeta, la comunidad internacional debería asegurarse de que se alcancen los objetivos fijados en común por los Estados Miembros en todos esos programas.

Durante mi mandato, haré hincapié en la necesidad de acelerar las medidas que tome la Asamblea General para que se cumplan efectivamente los compromisos mutuos asumidos. Por lo tanto, revisten suma urgencia los medios de implementación, en particular en lo que se refiere a la financiación, la ciencia y la tecnología.

Además de los programas mencionados, cabe destacar que mis predecesores pusieron en marcha varias actividades y procesos que continuarán durante mi presidencia, ya sea porque seguiremos examinándolos o porque adoptaremos medidas tendientes a implementarlos. A este respecto, quisiera mencionar, entre otras, la reforma del Consejo de Seguridad, la revitalización de la labor de la Asamblea General, la Cumbre Social de 2025, la Cuarta Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, la Conferencia de las Naciones Unidas para Apoyar la Implementación del Objetivo de Desarrollo Sostenible 14: “Conservar y utilizar sosteniblemente los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible” y la cuarta reunión de alto nivel de la Asamblea General sobre la prevención y el control de las enfermedades no transmisibles. Quisiera mencionar también el proyecto de declaración y los preparativos para la conmemoración del 80o aniversario de las Naciones Unidas y, sobre todo, las medidas de seguimiento de Un Pacto para el Futuro que se aprobarán en el septuagésimo noveno período de sesiones de la Asamblea General, en la Cumbre del Futuro, y que probablemente tengan repercusiones en nuestro futuro común. Me comprometo a seguir muy de cerca estas cuestiones, incluso nombrando a los cofacilitadores más idóneos.

Por otra parte, hay focos de tensión y conflictos activos o de baja intensidad en varias regiones del mundo. En este aspecto en particular, la Asamblea General debe desempeñar plenamente la función que le corresponde haciendo todo lo necesario en lo que respecta a la prevención, la distensión, las medidas de fomento de la confianza y las resoluciones o decisiones orientadas a la acción, y fortaleciendo aún más la Comisión de Consolidación de la Paz, la Oficina de Consolidación de la Paz y el Fondo para la Consolidación de la Paz.

Respecto de la revitalización de la labor de la propia Asamblea General, a fin de reforzar su autoridad continuaré con la labor de mis predecesores, asegurándome de que los cofacilitadores y el grupo de trabajo nombrados a tal efecto profundicen y aceleren la reflexión sobre las innovadoras ideas propuestas por los Estados Miembros. Procuraré que los Estados Miembros y las reuniones internacionales sobre temas de gran interés escuchen a la Asamblea cuando sea necesario.

Durante mi mandato me aseguraré también de que la Asamblea esté siempre atenta a lo que sucede en el mundo, activando su función, conforme a los procedimientos pertinentes, ya sea para tratar cuestiones que haya vetado el Consejo de Seguridad o porque alguna situación relacionada con un conflicto, un desastre natural o una epidemia requiera su atención.

Durante todo mi mandato mantendré consultas y contactos con los distintos grupos regionales u orgánicos para tratar con ellos sus inquietudes o intereses específicos y las medidas que podría tomar la Asamblea.

Durante mi mandato, los miembros de mi Oficina y los cofacilitadores procederán de distintos países, y en su nombramiento se tendrán en cuenta la paridad entre hombres y mujeres y, como es habitual, la distribución geográfica equitativa, la competencia y la integridad.

Daré la prioridad necesaria a los programas orientados al adelanto de los Pueblos Indígenas, los pueblos afrodescendientes, las personas con discapacidad y todas las personas vulnerables.

En relación con los jóvenes, mantendré la prioridad que se les ha dado en el marco de la Oficina para la Juventud, creada hace poco en la Secretaría de las Naciones Unidas y a la que la Asamblea ha dedicado recursos del presupuesto de 2024 para que funcione efectivamente. Además, retomaré el programa de becas para jóvenes iniciado por mis predecesores.

En otro nivel, y siguiendo la voluntad de la Asamblea, daré gran importancia a la cooperación con los altos dirigentes de los órganos principales, a saber, el Consejo de Seguridad, el Consejo Económico y Social y el Secretario General, respetando el calendario fijado de nuestras reuniones, para el funcionamiento armonioso de nuestra casa común.

Insistiré en el multilingüismo y el multiculturalismo, las bases de la diversidad cultural, que reflejan la riqueza de los pueblos y las naciones del mundo.

Daré especial importancia al diálogo interconfesional e intercultural y a la lucha contra el extremismo y el discurso de odio.

Respecto de las alianzas, insistiré en la cooperación entre las Naciones Unidas y las organizaciones regionales y subregionales en las iniciativas de promoción de la paz, el desarrollo sostenible y la dignidad humana. Me aseguraré también, respetando las normas que establezcan o vayan a mejorar los Estados Miembros, de que se fortalezca la alianza con la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales y el mundo académico, y de que se consulte a esos actores para que participen en la labor de la Asamblea y contribuyan a ella, según proceda.

En función de las necesidades y de los temas acordados por las partes, en la segunda mitad de mi mandato tal vez organice también, con los Estados Miembros o los asociados mencionados, conversaciones interactivas oficiosas sobre temas de interés o que susciten preocupación, siguiendo la tradición africana bien conocida de la reunión bajo el baobab.

Mi estilo y mi vocación

Durante todo mi mandato, me guiarán los principios y las consideraciones siguientes:

  • Respecto estricto del juramento que prestaré ante la Asamblea General antes de asumir el cargo
  • Disponibilidad y disposición a escuchar a todos los Estados Miembros y otros asociados
  • Plena transparencia, probidad intelectual y moral, imparcialidad, objetividad y puntualidad en el ejercicio de mis deberes
  • Adhesión al Reglamento en los procedimientos de trabajo
  • Firmeza, pero también flexibilidad, según haga falta, en la supervisión de las consultas para lograr los objetivos fijados

Para concluir, si tuviera que resumir mi presidencia en pocas palabras, diría lo siguiente: más allá de nuestra diversidad y nuestras diferencias, actuemos y trabajemos juntos para promover la paz, terminar con la guerra y alentar la concordia de los corazones y los espíritus; actuemos y trabajemos juntos para acelerar el desarrollo sostenible, la prosperidad compartida y la armonía con la naturaleza y el medio ambiente, cuyos recursos deben consumirse con moderación, prudencia y sensatez, tomando medidas correctivas y de transición por el bien de las generaciones presentes y futuras; y actuemos y trabajemos juntos para promover la dignidad humana para todos y en todas partes.

Actuemos y trabajemos juntos para fortalecer un multilateralismo cuyos sólidos cimientos sean los propósitos, los principios y los objetivos consagrados en la Carta de las Naciones Unidas.

Juntos, atendamos el llamado que nos hace la historia en pro del humanismo. Es un llamado poco común, de esos que se hace a una sola generación, la fuente del futuro, en el transcurso de un siglo.

Si los Estados Miembros me conceden el privilegio de ser elegido Presidente del septuagésimo noveno período de sesiones de la Asamblea General, sería un gran tributo a la unidad y la solidaridad del Grupo de los Estados de África, al que le toca ocupar la presidencia rotatoria y que no ha escatimado esfuerzos para convenir en una sola candidatura que representara a todo el continente. También sería un gran honor para mi país, el Camerún, que alguna vez fue territorio en fideicomiso de las Naciones Unidas, en reconocimiento de la madurez de su diplomacia a nivel internacional. Sobre todo, sería un gran homenaje al Presidente, Sr. Paul Biya, por la sabiduría de sus opiniones, que encuentran expresión habitual en la tribuna de nuestra Asamblea General. Por último y personalmente, que me eligieran sería un honor o, mejor dicho, una obligación de servir con humildad y honradez a toda la comunidad internacional, atendiendo el llamado de la historia.

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Discurso de agradecimiento del Embajador Philemon Yang
tras su elección como Presidente del septuagésimo noveno período de sesiones de la Asamblea General

Puede ver el discurso en UN WebTV o leerlo en formato PDF (versión bilingüe inglés-francés).

Descargar el discurso de aceptación PDF

Han pasado 79 años desde que los fundadores crearon las Naciones Unidas, uno de cuyos seis órganos principales es la Asamblea General, que cada año elige a un Presidente para que dirija sus trabajos.

En esta solemne ocasión y para empezar, quisiera dirigirme a mis predecesores, en especial al más inmediato en el cargo, el Embajador Dennis Francis, de Trinidad y Tabago, y darles las gracias y felicitarlos por el talento, el arte y la ciencia de los que se ha valido cada uno de ellos durante su mandato para llevar a buen término nuestras deliberaciones sobre las cuestiones cada vez más numerosas, diversas y complejas que se tratan intensamente en cada período de sesiones.

También quiero expresar a todos los Estados Miembros mi más sincero agradecimiento por el apoyo que me han dado para que resultara elegido.

En particular, agradezco inmensamente al Grupo de los Estados de África, que tuvo la gentileza de presentar mi candidatura cuando le tocó el turno de asumir la presidencia del septuagésimo noveno período de sesiones, conforme a la práctica habitual de la rotación regional. Creo que el resultado de esta elección es un gran saludo a la unidad y la solidaridad de nuestro Grupo, y en particular la Unión Africana, que no ha escatimado esfuerzos para convenir en una sola candidatura que representara a todo el continente, lo cual corrobora su ya conocida y legendaria disciplina en ese sentido.

También creo que el resultado de esta elección es un gran reconocimiento de los países de África Central, que respaldaron al Camerún ya desde el principio en la Cumbre de la Comunidad Económica de los Estados de África Central, celebrada en Kintelé (República del Congo) el 19 de enero de 2022.

Además, y como subrayé en mi carta de intención y compromiso, que me hayan elegido también es un gran honor para mi país, el Camerún, que alguna vez estuvo bajo la tutela de las Naciones Unidas, y para la madurez de su diplomacia presencial y participación activa en el escenario internacional.

Asimismo, el resultado de esta elección es sin duda un gran tributo al Presidente Paul Biya, cuya sabiduría y cuya pertinente opinión encuentran expresión habitual en la tribuna de nuestra Asamblea.

Por último, también considero un honor que me hayan elegido, pero sobre todo lo considero una obligación de servir con humildad y honradez a la comunidad internacional entera durante todo mi mandato.

A todos ustedes, les estoy infinitamente agradecido.

Vivimos tiempos muy difíciles, de contrastes muy impresionantes. De hecho, el prodigioso desarrollo de la ciencia y la tecnología nos ha puesto en las manos un corpus asombroso de conocimientos y pericia para dar solución a las necesidades de las generaciones presentes y futuras en lo que hace a la paz, la seguridad y el bienestar económico, social y cultural de todos y cada uno.

En esta trepidante era digital, la inteligencia artificial está amplificando no solo las oportunidades, sino también las dificultades, con tanta rapidez que hasta los más adeptos a la digitalización están pidiendo que se regule estrictamente para que nuestro destino no quede en manos de robots, basándose en evaluaciones según las cuales el más mínimo error podría llevarnos a la ruina.

Pese a todas estas mejoras, estas posibilidades y estas potencialidades, desafortunadamente nuestra época se caracteriza por flagrantes desigualdades, egoísmo, competencia por el poder y diversidad de intereses, además de poderosas fuerzas centrífugas, que ponen en peligro la cohesión y la solidaridad de la humanidad.

Las tensiones geopolíticas y geoestratégicas siguen alimentando la desconfianza entre los Estados y están intensificando una imparable carrera armamentista, incluso en el espacio. El aumento exponencial de los presupuestos militares y la sofisticación de las doctrinas militares y las reglas de enfrentamiento sobre el terreno, incluida la posibilidad de que se empleen o se amenace con emplear armas nucleares, son las escalofriantes realidades del mundo en el que vivimos hoy.

En distintas regiones del mundo están aumentando los conflictos en curso o gestándose otros nuevos, con el sufrimiento y el insoportable costo que eso acarrea para los civiles, los refugiados y los desplazados internos, cuyos números están batiendo récords a un ritmo vertiginoso. Un muy doloroso ejemplo de eso son los casos de Gaza y Ucrania.

La disrupción climática, una verdadera cuestión de supervivencia, debida a la actividad humana o los caprichos de la naturaleza misma, provoca desastres como inundaciones, desprendimientos de tierras, huracanes e incendios, por mencionar unas pocas de las dificultades de este tipo que atraviesan muchos países en casi todas las regiones del mundo.

En un contexto de estas características, los más afectados son los países en situaciones especiales, entre los que se cuentan los países menos adelantados, los países en desarrollo sin litoral, los pequeños Estados insulares en desarrollo, los países de ingreso mediano, los países africanos y los países en conflicto. Por eso se deben tomar cuidadosas medidas prioritarias de seguimiento e implementación de los proyectos y programas específicos que la Asamblea ha dedicado a todos ellos.

Las reformas que se han emprendido hasta la fecha para responder a las realidades de nuestros tiempos, ya sea la revitalización de la Asamblea General, el fortalecimiento del Consejo Económico y Social o la reforma del Consejo de Seguridad o la arquitectura financiera internacional, por lo general se ven obstaculizadas o avanzan lentamente, sin llegar a los resultados esperados.

Esas reformas, que suscitaron un apreciable consenso mundial, por ejemplo en torno al Acuerdo de París y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, y en las que se había depositado tanta esperanza, están trastabillando peligrosamente debido a la falta de recursos para implementarlas, sobre todo cuando se trata de la financiación o la tecnología. La acción y la voluntad política de avanzar escasean cuando no brillan por su ausencia.

En pocas palabras, se están infrautilizando las herramientas de las que disponemos para promover el bienestar de las generaciones presentes y futuras, y se están sobreexplotando las orientadas a la guerra, en un mundo dividido en el que hay diversas fuerzas en estado dinámico de confrontación.

Por lo tanto, tenemos que redoblar los esfuerzos y estimular la voluntad política para poder actuar con más brío y cambiar esta situación.

Señor Presidente,

Señor Secretario General,

Excelencias, señoras y señores:

Por todos los motivos expuestos, el tema de mi mandato será “La unidad en la diversidad, a fin de promover la paz, el desarrollo sostenible y la dignidad humana para todos, en todas partes”. En otras palabras, vivir sin temor y sin necesidades es condición sine qua non y factor catalizador para el pleno goce de los derechos humanos y, en definitiva, de la dignidad humana.

Asimismo, he subrayado que la Asamblea General es el foro más indicado para que los Estados Miembros, en toda su diversidad, expresen en absoluta libertad y serenidad las preocupaciones, las propuestas y las oportunidades, es decir, los desafíos y las esperanzas de los diferentes pueblos y naciones del mundo. En ese sentido, es el órgano deliberante de mayor jerarquía y representación, en el que los Estados deben dialogar, no pelear. En suma, para evocar una imagen africana, es el tamtam que hace resonar la voz de los pueblos y las naciones.

Pero la Asamblea también es el gran baobab bajo el cual las naciones grandes y pequeñas, ricas y pobres, armonizan sus puntos de vista en pos de fines comunes y procuran el consenso, la media de los pareceres compartidos que represente la mediana y permita a cada uno dar y recibir, para así consolidar la coexistencia y el disfrute compartido de los dividendos de la paz, el desarrollo y la dignidad humana.

Esa dinámica debe guiarnos permanentemente en la formulación del Pacto para el Futuro que se está negociando, la Declaración sobre las Generaciones Futuras y el pacto digital global.

Lo que tenemos que procurar con ahínco por encima de nuestras deliberaciones y consensos es la acción decisiva, y proporcionar los medios para implementar las soluciones a las que lleguemos.

En ese sentido, quisiera repetir las palabras finales de mi carta de intención y compromiso, el leitmotiv que subyace a mi mandato: más allá de nuestra diversidad y nuestras diferencias, actuemos y trabajemos juntos para promover la paz, hacer cesar y prevenir la guerra y alentar la concordia de los corazones y los espíritus; actuemos y trabajemos juntos para acelerar el desarrollo sostenible, la prosperidad compartida y la armonía con la naturaleza y el medio ambiente, cuyos recursos, abundantes pero no inagotables, deben consumirse con moderación, prudencia y sensatez, tomando medidas correctivas y de transición por el bien de las generaciones presentes y futuras; y actuemos y trabajemos juntos para promover la dignidad humana para todos y en todas partes, dignidad que cada uno de nosotros lleva consigo en su forma más plena, en un concepto más amplio de la libertad.

En suma, actuemos y trabajemos juntos para fortalecer un multilateralismo cuyos sólidos cimientos sean los propósitos, los principios y los objetivos consagrados en la Carta de las Naciones Unidas.

Durante todo mi mandato, me comprometo a servir de esta manera, respetando estrictamente el juramento que he de prestar, poniéndome a entera disposición de todos los Estados Miembros y otros asociados y prestándoles toda mi atención. Procederé codo a codo con el Secretario General de nuestra Organización, el Sr. António Guterres, que trabaja día a día, sin descanso, en los diversos ámbitos de actividad de los que se ocupan las Naciones Unidas y sobre los que ha hecho numerosas propuestas concretas que merecen consideración en nuestras deliberaciones. Cooperaré también con las jefaturas de los demás órganos principales, en particular la Presidencia del Consejo de Seguridad y la Presidencia del Consejo Económico y Social, ateniéndome a lo que requiera la Asamblea General. Actuaré con transparencia, probidad intelectual y moral, imparcialidad y objetividad, conforme al Reglamento de la Asamblea, y con firmeza, pero también con la flexibilidad y la adaptabilidad que hagan falta en las consultas y la búsqueda activa del consenso.

Muchas gracias por su amable atención.

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